DESATRAZADA

Una amiga me llamó este fin de año para que nos “desatrasáramos”, es decir, para que nos contáramos lo último de nuestros días. Y como en todas las “desatrasadas”, el tema más hablado, el plato fuerte del encuentro, fueron los amores: su novio y mi novia.
No sé por qué, pero siempre que hay encuentros para desatrasarse, repito, siempre, termina uno hablando de los novios, y si no es de los novios, por lo menos de los romances. Y no es que yo reniegue de eso, de ninguna manera. Por el contrario, no hay como una buena historia, trágica o exitosa, de un amor.

Lo reconozco, disfruto demasiado cuando mis amigas hablan de sus relaciones amorosas. Incluso son mejores las historias de ellas que las de mis amigos. No sólo porque las mujeres cuentan mejor el rollo, sino porque he aprendido de ellas infinidad de cosas que, finalmente, me han pulido. Por otro lado, las historias de mis amigos, ya las conozco y son tan predecibles que, cuando las oigo, me parece como si fuera yo quien las estuviera contando.

Pero sigamos con el asunto. Con mi amiga me vi en un café y luego de contarme variada cosilla de su novio le pregunté si ya había encontrado el hombre de su vida.
―La verdad es que no…, no es el hombre de mi vida.
―¿Y eso? ―Le pregunté para que me explicara las razones.―Lo que pasa es queeee, ―y titubeó para buscar las mejores palabras― es que con él no siento… vos sabes...
Yo le entendí de una.
―Ahh carajo.
Me acomodé en la silla del café y me di un trago de cerveza. La miré a los ojos por un momento pensado la siguiente pregunta. Ella esquivó la mirada y nos quedamos callados por un momento. Finalmente ella cambió el tema y seguimos hablando de otras cosas. Pero a mí el asunto me quedó dando vueltas en la cabeza. Por los detalles que me contó, el tipo es bastante cariñoso, atento, no es feo, es alto, quiere a la suegra, le cae bien al suegro, tiene un buen empleo, cocina delicioso los fines de semana, salen de paseo de forma continua, le gusta el cine, la literatura, y aún así no es el hombre de su vida porque con él “no siente”.
Entonces pensando e imaginando, yo me voy al otro extremo. Qué tal que mi amiga cayera en las manos de un amante vibrante, magnifico en la cama, que la hiciera “sentir”, pero que a la vez no fuera tan atento con su familia, un tanto relajado con los regalos, "simple" por decir lo menos. Ya sé lo que van a pensar: que un tipo de esos no provoca. Está bien. Pero la pregunta es: si tuviera que escoger entre un buen marido, seco en la cama, y un excelente amante, un tanto despreocupado fuera de la intimidad, ¿a cuál de los dos escogería mi amiga?

La respuesta no la sé, pero por ahora mi seguridad es que su novio actual, con todas sus cualidades, sus preocupaciones y mimos con ella, no es más que un pobre pendejo que, cuando menos piense, lo echan pa´ la porra.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me hiciste acordar de una amiga mía, pobre Dianita...

Monique dijo...

Ay.
Típico inconformismo. Lo malo del asunto es que puede echar al mancito pensando que va a encontrar algo "mejor"... pero nunca se sabe con qué chocosorpresa sale el siguiente (si llega).
Esa inseguridad es el producto de no identificar y definir qué carajos se quiere, de una buena vez.