Una borrachera en la fiesta de las flores






En una de las borracheras, en la fiesta de las flores, un amigo me dijo que mi vida estaba jodida y llevada al carajo. Que me ubicara. “Vos tan viejo y no has hecho ni mierda”. Yo me quedé mirándolo. Él continuó: “Uno es, o no es… uno es blanco o es negro…y vos, Andrés o te dedicás a la ingeniería o te dedicás a perder el tiempo con tus libritos… o terminás la universidad y seguís trabajando en tu empresa, o te largás del país y te ponés a vender versitos baratos en Madrid”.
Yo lo miré con risitas, jeje, qué borrachera tan hijueputa…, porque en sano juicio jamás me lo hubiera dicho así de crudo. Yo aproveché para soltarle un par de cositas que me traía guardadas desde hacía tiempo, esos llamados de atención que se le hacen a los parceros en medio de las copas. Luego le di la razón. Al respecto, nunca lo he negado. Soy un desubicado. Pero el desubique mío no es una desventaja. Por el contrario, es una virtud.
Por un lado tengo la responsabilidad con mis hijas, el estudio y el trabajo. Y por otro, el deseo de construir un mundo paralelo hecho a la medida de las novelas mías y ajenas. Es una constante lucha interna. La responsabilidad y el ocio. El trabajo y la vagancia. Lo que sucede es que mi amigo piensa que: “uno es o no es, o es blanco o es negro”. Pero yo creo lo contrario. Soy uno, pero a vez soy otro. Es inevitable.
Lo más terrible de todo esto es la dependencia de las dos caras. Ambas me hechizan. Yo no puedo concentrarme en una sola visión. Esta dualidad me es necesaria y me fascina. Representan el bien y el mal. El hombre y la mujer. El sexo y la abstinencia. Si desaparece una, el otro no vale la pena. Además, el contraste los hace más intensos. El negro es más negro cuando se pinta al lado del blanco. Si después del negro siguiera un gris, ambos se opacarían. Por lo mismo, en las parejas, son tan sufridos “aquellos días del mes”, pues la abstinencia se hace interminable. Pero luego llega del desquite.
De modo que no tengo ni la menor intensión de concentrarme en una sola de mis pasiones. Cuando trabajo soy un intenso llegado al fastidio. Pero cuando llega la hora de leer, me desprendo de todo.
Hay que cultivar el placer de ser una y todas las cosas. Por eso es tan conveniente estar cerca de mis hijas. Y estar a la vez lejos de ellas. Jugar a ser esposo y luego tan sólo ser un amigo. Ser amante y novio. Vago y gerente. Culto y vulgar. Aguafiestas y fiestero. Por lo demás, quiero tener tres o cuatro caras más.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Un ¡viva! para mi gran Amigo del alma...
Un abrazote pal desubicado más bacano que he conocido, me encanta que seas asi, tenes toda la razón, que rico tener muchas caras para disfrutar la vida a toda hora y en todo momento...
te quiero mucho...besos.
Diana Q.

Anónimo dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
Anónimo dijo...

Definitivamente me encanta tu manera de escribir, es un estilo que atrapa al lector de una manera cómplice de la historia.
Que viva la diversidad, que viva el pluralismo que viva el ser uno mismo teniendo muchas facetas!
Un abrazo
Juliana Villegas

Anónimo dijo...

Pienso que la sociedad actual nos ha llevado a los extremos: donde todo es blanco o negro, lo que ha generado grandes problemas sociales y de insatisfacción individual por la vida.
Realmente, el hombre es un ser multidimensional (social, individual, espiritual, padre, etc.), donde debe desarrollarse integralmente. Por eso, me parece que tu reflexión es acertada.

Felicitaciones, estás hecho para grandes cosas.

Saludos de un Sistémico.