El agua más turbia que puedas beber, la línea más curva que puedas trazar, la trampa más bella en la que puedas caer, me gusta como hueles, ponte a salvo. Julia era la modelo más feroz, el fiel espejo de la moda. Sonreía con esa sonrisa falsa, como una flor de plástico. Pensaba que no existía el tiempo: sólo era un pretexto que movía tu reloj. Siempre viajaba tan lejos, y llegaba vía París, en un avión vacío, indolente y melindrosa. Su mánager se lo advirtió: “no le des tanto al whisky que caminas como un pato”. Ahora vuelan las moscas, a un corazón raro, bajo un pecho de bronce. Aquel modisto lo descubrió: "No falla el vestido, lo que falla es la modelo". Así es como te mató, con un solo comentario, te llamó una vanidosa. Ya no incitas amor, tu cuerpo ha quedado sexualmente impracticable. Ayer te llamaban princesa. Hoy, si es que alguien te llama, sólo te llama loca. Y llegan los loqueros, se llevan a mi amor. El amor ha terminado. Regreso al sexo químicamente puro.
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