Un viejo decrépito acaba de pasar por la acera acompañado por una linda chica que debe ser la nieta. En ese momento me asomé por pura casualidad a la ventana del apto y los vi abajo. La chica soportaba al abuelo del brazo y le ayudaba para avanzar lentamente. Era el paseo rutinario de la tarde. Ella tenía una cola de caballo en el pelo y el señor andaba en chanclas de cuero y calcetines en algodón blanco. El hombre está completamente tostado. Camina como contando sus últimas exhalaciones… y lo hace por mi manzana. La vida así, no vale la pena.
Muchas veces me he sentido como este viejo, agotado y empujando la vida, pero además completamente asqueado del mundo. ¿Qué sentido tiene seguir con vida cuando se remolcan los sentimientos y los deseos?
Hoy boté una gran cantidad de papeles inservibles de mi estudio y pensé que valorar demasiado las pertenencias es conservar intranquilidades. Lo mismo es la vida: cuando está vieja ya no sirve, estorba.
Mirando por la ventana con un café fortificante en la mano, le pedí a mi Padre el coraje para meterme un tiro en la cabeza cuando la vida lo requiera.
Por lo mismo no quiero escatimar en sensaciones, en aventuras y en apuestas.
1 comentario:
a tu juego te han llamado!!!
Publicar un comentario