LA MALDITA PRIMAVERA



Una noche en el Parque del Poblado nos metimos en un local de “música para aplanchar”. Yo estaba con mi tío y él al verme borracho cantando todas, absolutamente todas, las canciones, me dijo:

―Oiste, güevón, ¿vos por qué te sabes todas estas canciones?

―Ah, pa´que vea― le contesté.

En ese momento caí en cuenta de que yo no tenía porque sabérmelas. Igual yo no escucho “la voz de Colombia”. Pero ahora que lo pienso, esas canciones las aprendí cuando era niño, cuando mi mamá sintonizaba esa emisora mientras se arreglaba para ir al trabajo. Recuerdo que ella la escuchaba porque, luego de cada canción, el locutor decía la hora exacta. De esa manera mi mamá estaba alerta para no salir tarde al medio día. En ese entonces yo disfrutaba mucho con las canciones de Franco de Vita, Emmanuel y La fórmula quinta.

Más tarde llegó el rock en español, los toreros muertos, Los prisioneros y Los hombres G. Entonces Camilo Sesto y su género pasó a ser parte de la música censurada por mi generación. Luego llegaron Metallica, Poison, Gun´s and Roses y con ellos la fractura final con la música romántica. Nunca volví a escuchar esos temas porque me parecían tremendamente ridículos. Aún así las letras de esas canciones se clavaron en mi subconsciente de una manera tan tenaz, que ahora, pasadas de más de dos décadas sin escucharlas, todavía las recuerdo.

Esa noche con el tío, las canté a voz de cuello. Lo que más me impactó fue que yo no era el único. Toda una muchachada estaba conmigo allí, siguiendo la “Maldita primavera”. Supongo, entonces, que a nuestros hijos también les heredaremos la música de Leonardo Fabio, de Piero, de Metallica y de Gun´s and Roses.

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